martes, 25 de marzo de 2014

Importancia de los comportamientos psicomotores

El movimiento creativo o la danza eran esenciales en la vida del hombre primitivo y cumplían funciones mágico-religiosas y festivas.
La educación física y mental del hombre primitivo consistía en actividades tanto formales como informales. La educación informal, comprendía las actividades físicas y prácticas de la vida.
La gente participa de las más variadas actividades por una cantidad de razones: diversión, salud, el placer derivado intrínsecamente del movimiento y el beneficio económico que deriva de la práctica profesional. En el hombre primitivo, la base de la actividad deportiva surgía de su deseo natural de moverse y de sus creencias y prácticas religiosas, a lo que se sumaban sus fines utilitarios.
Los siete movimientos o pautas motrices, constituyen el fundamento sobre el que descansa la destreza motora. Estos actos, son: correr, saltar, escalar, levantar, acarrear, colgar y arrojar. Movimientos naturales, porque son inherentes al organismo humano y no necesitan que se los enseñe. La tarea del educador interesado especialmente en el ámbito psicomotor consiste en aumentar la destreza en la ejecución eficiente de tareas o pautas motrices basadas en estos movimientos locomotores, no-locomotores y manipulativos naturales.
En resumen, en un principio el movimiento era un fenómeno puramente emocional que permitía al hombre tener la experiencia del éxtasis y la comunión con los dioses. Más adelante el movimiento evolucionó de una descarga motora involuntaria a un estado de frenesí durante ritos ceremoniales, y después, a una obra de arte.
El hombre, ese complicado organismo muscular que hoy conocemos, ha progresado en el transcurso de un largo período evolutivo a partir de una forma de vida inferior. En todo el trámite de esa evolución, la actividad física fue esencial para su supervivencia, porque era y continúa siendo importante para lograr un crecimiento y desarrollo óptimos.









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